sábado, 2 de octubre de 2010

Cuando yo era Sofía

Sofía que sueña.

Señor F, hay algo que anda mal en mis sueños.
Anoche, por ejemplo.
Yo era una de los que había dejado la puerta abierta. Ahora no.
Yo estaba ahí, desgarrada entre el color marrón. Porque era un sueño y yo tenía derecho.
Ellos me veían. Estaban allí los conejos de Carta a una señora en París, la mismísima Helena, la soñadora y también la pareja de una Autopista del sur, que era tres parejas en una.
(2 al cubo)
Estaban ellos alrededor mío.
La o las parejas estaban feliz.
Helena miraba por una ventana y también estaba soñando con los conejos que estaban a sus pies.
Yo rogaba, me retorcía, gritaba, gemía, lloraba a vivos ojos lacrimógenos, exigía piedad y sin embargo, los conejos, rotundos e imperturbables, me decían la verdad.

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