Sofía y los podrías.
-Como te encuentras?
Podría decirse bien y parpadear por la mentira impiadosa (porque toda mentira es impiadosa, soberbia y mal educada) y terminar la frase con una risa de rutina.
Podría decirse también, que estoy pasando por mi mejor momento porque preguntaste y así cacheteaste a tu orgullo de caballo de caballero.
Podría decirse que mal porque ya nada y vos que menos.
Podría decirse que no, que lo dejemos ahí.
Podría decirse que no lo sé, que es verdad, que me perdí y no sé como encontrarme.
Y mientras me entretengo pensando en podrías, olvido responderte. DE CI DO no responderte. Elijo no responderte. Elijo podrías. Y vos encerrás otra vez esa esperanza inquieta que se escapó del placard (o las ganas) de que yo sea de una vez por todas esa Sofía de la que tanto escribo.
Pero yo, pero mis podrías.
Y la sensación, esa mismísima sensación de llegar a la Terminal de ómnibus y escuchar a la serpiente diciéndote: no, nena, el colectivo de las 21:30 ya se fue.