lunes, 25 de noviembre de 2013

Emes





-Digo yo ¿Tanto lío para decir querer o querer decir? ¿Tanto lío para querer o quererse?- dijo Sofía.-No sé, mi Querida Inconsolable. Ya no sé y menos mal.
No me quedó otra que levantar la birome (hipócrita metáfora) y dejar de escr



ganas/GANAS






No se está en ningún lado.
El desencuentro es permanente.
Si Sofía no es y el vacío erige pasamanos,
 que Martirio
nunca nos deje en paz.




Yo también a veces me canso de pelear conmigo misma.


Si es cierto, entonces reí 
que Martirio es un cliché
y Sofía está cada vez más cerca de ser superstición -




lunes, 7 de octubre de 2013

Orgasmo del desencuentro.



Nos enredamos (indeciblemente) en la lengua perversa del misterio irrevocable del encuentro.
Por eso, encuentro. Porque hay algo que no se deja encontrar. Algo así como la ambigüedad del lenguaje es lo que nos mantiene vivos y enredados, sobrevivientes encontrados.
Eso que no se deja encontrar, que no sabemos que es pero que se inscribe como regla general de la nocturnidad misma de cualquier sujeto que esté sujeto a cualquier miedo peligroso que nos defina como seres vivos, éso se traduce en lo que el barbudo llama velos.
Desde el cabello hasta la boca estoy velada.
De a poco intentarás (absurda e inútilmente) arrancarme el velo que esta atado a mi lengua.
Dejaré que lo hagas desde el sometimiento más siniestro que apresa a cualquier sobreviviente cegado (porque tus velos seguirán allí, intactos, porque yo, porque Sofía o Martirio, mujeres amantes de la ilusión). Entonces el velo del lenguaje viajará por mi esófago, rozará la campanilla y se liberará después de un lastimoso tironeo con mis dientes. Casi como un vómito, me arrancarás de mí.

Me desnudarás hasta dejarme en ese sinsentido que es Sofia.
Y no podré decirte nada, no podré pedirte que te detengas, no podré rogarte que no me asesines de esa manera. Porque Martirio y yo sabemos que es hermoso desnudar a Sofía.


Es placenteramente inevitable
asesinarla de esa manera. 


 

domingo, 18 de agosto de 2013

Y que te quedes




como la garantía idealista 
(o la terrible certeza)
de la realidad
material
de eso que a veces llamamos
la excepción. 




viernes, 19 de julio de 2013

Si esa noche del veinte de julio





mientras corría por el callejón
borracha
llorando
herida
desprotegida de la mujer roja
es decir, del mundo entero
completamente humillada
desencantada 
enojada y mentida 
dolida
con todo eso que era la realidad
totalmente ajena a ella
con el sol pegando en la cara
completamente magullada porque esa era la verdad
ésa era la verdad
ésa era la verdad

entonces, si te hubieses cruzado en mi camino






querría que fueras vos quien te quedes conmigo
llorando
querría que fueras vos el que se quede en un cordón borracho conmigo


aunque hubieses actuado igual que él
y mentido igual que él




querría que fueras vos.


-Te creés todo lo que digo.-no es la primera vez que me dicen eso, lamentablemente.
-No me mientas porque soy una niña.
-Se les miente a los niños, todo el tiempo.
-Claro, entonces es por eso que somos esto.
-¿Qué cosa?
-Niños encerrados en cuerpos de grandes.
-Puede ser, niña, puede ser.




Yo dejaría a un costado
mi afán de mujer fuerte
te pediría un cigarrillo
y
Sí, definitivamente querría que fueras vos.






miércoles, 17 de julio de 2013

Cómo era




Cómo era eso que había estado pensando hasta recién.
Eh.
Tenía que ver con un cubo mágico y con el sacrificio, con la palabra sacrificio.
Y todo eso era y no era yo y eso era toda la cuestión, como la palabra vida, mi palabra vida.



Si volvemos a aquélla mancha del vestido, entonces el cubo mágico era Sofía y vos lo desarmaste. Lo transformaste en caos ilógico. Entonces después te fuiste y me dejaste con la palabra caos.

 Esa noche, ese ritual, ese sacrificio, esa niña, esa sangre.

Ahora hay que volver a armar el cubo, volver a transformarlo en ese cubo simétricamente seguro, sin dudas ni manchas raras.
Pero parece imposible.
Porque ya no es juego.
Entonces se hace más imposible.
Y tiene sentido que ese instinto infantil quiera volver a dominar y que a veces de hecho, domine. Es decir, Sofía.
Pero también está la certeza de que Sofía se ha transformado ineludiblemente, se gusta, habrá que escribirlo así, qué sé yo. O Martirio.
Y que esa transformación nos puede regresar alguna vez a ese cubo certero y simétrico pero necesaria e inconscientemente será ese el momento previo al nuevo y devastador desarme, porque de lo contrario




morimos, digamos.



Jude no te pienso ahora porque te sigo amando. Entrás en mis pensamiento como un cuadradito más del cuadrado, como algo que pasó y quizás

hasta es verdad y te odio un poco por eso.






No sé si era esto exactamente.
Es decir no, nunca es exactamente.
Las palabras son independientes,
seductoras,
poderosas,
hasta brujas
y se escriben como quieren.
Y me hacen dudar
si era esto
u otra
u otra cosa lo que pensaba,
me han confundido
y ahora olvidé eso que antes estaba tan claro.
Entonces es cierto,
las palabras también me hacen olvidar.


Malditas y amadas sean ellas,
éstas,
aquéllas
y sobre todo





las tuyas.


domingo, 14 de julio de 2013

Martirio bajo las uñas.

Ese arañazo tan Jude.


Y de pronto somos eso que tanto odiamos alguna vez.







No me mires así.


Así.




Aquí.



-Muchachita, cierra la boca.
Muchachita borracha.
Pequeña muchachita.
Deja que el sexo cante para nosotros.



domingo, 16 de junio de 2013

El Señor de las Escaleras se llama Otto

finalmente entiendo como funcionan las casualidades






en este momento me late fuerte el corazón, como ese amante que me dijo ese amanecer con precisión cuantos latidos cabían en un segundo mío
era buen amante porque era preciso
pero Sofía nunca se enamora de la precisión




no sé como se escriben las casualidades

pero es verdad que te pensé en una fantasía ridícula
y que después cerré la puerta
y te vi
actuando exactamente como en esa ridiculez

y ahora me tiembla el cuerpo como si hubiese sido real



a veces camino por las calles
absorta
y me reconozco en esa necesidad de casualidades
y entonces apareces
claro, nunca te permitirías fallar

pero no pasa nada
nada más que eso
y de ahí la ridiculez de la fantasía
maldita lógica que nos domina
(me gusta pensar que a vos más que a mí)
de vivir sabiendo que cuando el deseo finalmente llega a donde quiere llegar
entonces caduca
así que vos te limitás a respetar esta lógica
y por eso nada
mientras yo espero finalmente ese caos 
por eso no es casualidad
aunque me gusta escribir que sí
que


esta casualidad es la tradición más hermosa posible


Y además
que




No estamos enamorados
pero



viernes, 31 de mayo de 2013

De noche y tan a solas.



Las sombras se reconocen desde lejos, aún cuando el vaho nocturno del deseo parezca confuso.
La noche, nada más que nosotros en ella y ella haciéndonos lo que quiera.
Yo les temo a las sombras, a eso que es y a la vez no se deja ver. Entonces es el mismo miedo de siempre, cuando decimos que cosas quedaron atrás es mentira. Esas cosas siempre son mentiras de noche. Y sí, no le temo al contacto en sí, sino a su efecto, a lo que podría pasar. Aunque en realidad, más le temo a lo que no podría pasar.

Y entonces la sensual estupidez de ahogarse en cualquier placer que la noche disponga, entre flores y cervezas, entre cortesía y barbarie, entre las ambivalencias comunes de cualquier tipo de espera.




Pobre la preciosa dama azul. 

sábado, 18 de mayo de 2013

Yo también estoy en la 18

Cuando de pronto, casi en el mismo momento en que la primer gota sabida se estrella deliberadamente en el asfalto,
el dolor metamorfosea a palabras,
y esta humana metamorfosea efectivamente en ser viva,

entonces.
con el dolor ahí,
en la boca, en la lengua, en la garganta, en la lengua, en la boca, en eso que se tiene que decir porque,
con el porque ahí, tan vívido, tan él,
entonces
en el dolor, desde el dolor, un dolor que absurdamente hace,
el dolor que hace al hacedor que hace dolores,
humanos
que metamorfosean a palabras
que metamorfosean a dolor
y entonces

la llanura se empieza a llenar de pasamanos vertiginosos
                                           de Martirios alucinadas,
                                           de botellas sucias,
                                           de pozos verdes,
                                           de gatos en los techos,
                                           de fríos ambiguos,
                                           de camas con manchas,
                                           de soledades amigas,
                                           de de prontos inconclusos,
                                           de marquitas de escenarios,
                                           de siniestralidades,
                                          de algo más.


Y minutos antes de que se esfume esa luz del cigarrillo, 
que es la única luz de verdad,
concluímos que sí, 
el ser humano está destinado a la grandeza. 
Su vida se resume a la completa e insaciable lucha por alejarse de ella, 
de la locura que son las locuras que son ese indecible algo más que deambula por ahí, envuelto en máscaras y en ojos y en bocas y en palabras y en algo más.

viernes, 26 de abril de 2013

Mi primer Duelo.



Apareció mientras yo viajaba, tomaba mates en alguna plaza o quizás sucedió algunos de esos días donde me perdí en la cama.
No sé, pero el tipo no tenía duda alguna de que yo era una de aquéllas Aqueas.
Ahora estoy muy triste.
Siento como si hubiese perdido por primera vez.
Me lo imagino entrando con una espada, pelado (Y sí, Sofía y su teoría de los mafiosos) hambriento, canalla.
Y me lo imagino encontrando ese tesoro.
Sofía totalmente desparramada en esa pequeña memoria de esa pequeña habitación.
Niña desafiante, niña inocente, niña mujer, niña guerrera, niña deseo, niña palabra.

Sola como siempre. Sofía con marcas como siempre.

Desprotegida de todo posible impostor, segura de sí misma, pobre Sofía.

Imagino como la tomó de los hombros, por la espalda. O mejor no, en realidad no, la vio entre humos y olores de noches de insomnios confusos, totalmente atraído por ese cuerpo sin esperanzas ciegas, por ese cuerpo inconsciente y aún así vivo, por ese cuerpo seguro de los finales y aún disfrutando. Se sintió completamente maravillado con esa niña fin disfrutando. 
Sus dedos con y sin tiempos no se detendrían ante ningún hombre, aún sabiendo que, aún sabiendo.
Sofía. Blanca, gris, Martirio, escalera, escritores. Sofía con manos de doce años, Sofía con manos de diecisiete años, Sofía con manos de veinte, Sofía con manos de casi toda una vida. Sofía como el todo de los todos posibles y frente al traidor. El mayor de los tesoros posibles para esta escritora en las manos de ese hombre seguramente rudo, seguramente ignorante aún de éso que tomaba fuertemente y comenzaba a morder, a arrancar, a masticar, para luego deglutir y sí, claro está, sobrevivir.

Hoy estamos todos de duelo. No sé bien a quiénes me refiero con "estamos todos". Pero así se siente. A pesar de mi rechazo a las aparentes sensaciones, la angustia toma ineludiblemente dimensiones colectivas.

Hoy, veintisiete de abril de dos mil trece necesito decir ese "estamos todos" aunque no. Ya está. 

Niña desafiante, niña inocente, niña mujer, niña guerrera, niña deseo, niña palabra, palabra muerta.

Quedará en la historia aquél gusano miserable que se comió el mejor de mis tesoros, mi único tesoro, mis únicos tesoros, siempre algún que otro personaje que vendrá contará la historia en la que 








Un  Troyano se comió mis cuentos.







domingo, 21 de abril de 2013

Cosas que pueden ser escuchadas un viernes



Humanimales y comparaciones





-Tenés cara de prostitula londinense.- No supe que contestar a eso y mientras el viejo sostenía mi currículim desde el otro lado del mostrador, agregó.-pero en este momento estamos necesitando una vendedora de corpiños.















P/d: esto va a ser un buen cuento.
Pero no hoy.
Chau.

Sofía que sueña

Increíble.

Anoche te volví a soñar y eras exactamente igual que siempre.
Todo era igual que siempre, que aquella vez.
Sólo que dormida me permití odiarte, fiel inconsciente.
Entonces te clavaba el cuchillo el la parte izquierda del abdómen y te sonreía inocentemente, como sonríen las niñas que tienen conciencia de ese tipo de culpabilidades sin querer, algo así como el beso de la muerte, el amor y el odio en un mismo acto, el victimario víctima, nada más cliché.
Y mientras se te caía un hilo de sangre desde los labios, me regalabas una golosina, tal cual se le regala un premio a la niña que hace lo que debe, lo correcto, lo que se espera que haga.
Increíble.

Cada día me enamoro más de mis inconsciencias.

Morí























Y ya van dos veces.

viernes, 29 de marzo de 2013

sábado, 23 de marzo de 2013

Vejestorio







Una vez fui a ese lugar con las mismas intenciones que esa escritora.
La vi sentada desde la esquina, como una perra fiel que sabe perfectamente como son las cosas pero aún así se da el lujo de los sin embargos.
Lo que pasa es que todo el mundo tiene sed y hay que saciarla, ahogarse en cualquier charquito vacío, ser el anfibio. (dale, así así.) Es decir, eso que está en mitad de algo, ser la duda y encargarse de embriagarse de ella todos los días antes de empezar la rutina.
La piba tiene el aspecto de lo que es, por eso me cae bien.
Probablemente ella también se dio cuenta de por qué estoy ahí y hasta quizás se sienta un poco avergonzada. Porque algo nos separa, algo nos hace tener las mismas intenciones, el mismo poder de saborear la realidad de mierda con las palabras y sus etcéteras y aún así, no sentirnos hermanas de una misma manada.
Lamentablemente algo nos separa, lamentablemente ella es la perra fiel y yo estoy con mi vasito en la esquina esperando pero sin esperar (casi como ese tipo del museo y el cuadro que no me acuerdo como se llama).
La miro y me doy cuenta (tengo esa mala costumbre) de saber que yo una vez también fui la perra fiel y que lamentablemente como toda perra fiel terminé mojada por la lluvia en una esquinita con un vasito toda chiquitita pero esta vez del otro lado. Del lado de las que van a probar suerte, del lado de las que se enamoran de la seducción inevitable de las improbabilidades incongruentemente irreales para encontrar alguna musa pedorra con la cual sentarse acá y escribir que sí, que entre esa pobre perra fiel y yo hay una diferencia.


Ella  se sentó allí.
Ella lo está esperando porque lo está esperando.
Pero ella tiene que disimularlo.
Y lo hace tan mal.
Es tan ella.
Me cae bien la muchachita.



Sí Sofía, mirala, agosto siempre nos regala este tipo de ternuras malignas. Qué belleza. Ella fue como nosotras Sofía. Sí, vinimos por lo mismo.
Pero algo  nos hace diferentes.
Martirio está enamorada.

Y quizás por eso nos odia tanto.


Ya somos fuegos y tuercas.


Sofía desnuda 


-Y lo veo con claridad. Es como embriagarse de contextos y mirar desde una esquinita imparticular y con el vaso en la mano eso que es la claridad. Esa cosa que adentro es un caos tumultoso y hostil pero que desde una esquinita con vasito en mano es claridad.
-Claro. Te entiendo. -dijo él que era ese amante tradicional, ese amigo con el que uno hace literatura borracha antes de terminar haciendo el amor.-Sobre todo porque te veo desde una de las aristas de ese caos tan claro y tan tumultoso y tan vino blanco, yo te estoy viendo, Sofía. Y sos hermosa.
-Soy hermosa porque te tengo ahí, porque me dejo espiar por tus ganas, porque te doy un lugar en lo más oscuro de la claridad, soy hermosa porque te doy lugar cuando estás así como ahora, sólo y negro y narciso y herido y despreciado por esa que dijiste que toca muy mal el violín.
-A vos te gustaría ser la chica que toca mal el violín.
-No podría.
-Ya lo sé. Por eso sos el final, ese final de cada tanto y por inercia, después de un tiempo, cuando ya pasó la borrachera y la mañana y el dolor de cabeza y hasta las tostadas. Sos la última pieza, es verdad. Pero me conocés tanto y te ponés tan nerviosa cuando te toco y te tensionás y me rechazás hasta que no podés, nunca podés y entonces te volvés mi dama dócil, mi cíclica tradición.
-Ya ves, al fin y al cabo vos también me das un lugar, ya sea un septiembre o un febrero o un martes a las cuatro de la mañana. Somos tan estúpidos. Cuando se nos cae el cielo en la cabeza, nos vamos a esperar al otro abajo de la mesa. Y somos tan orgullosos. No nos vamos a buscar, nos esperamos debajo de la mesa.
-Pero te espero, no te voy a buscar, pero te espero. ¿Qué más humilde y modesto que un hombre esperando debajo de la mesa?
-Me voy.-le dije y me besó la frente con una ternura de alguien que comprende y está satisfecho por eso.

Encendí el cigarrillo mientras la noche fría me humedecía los ojos.
Después de dos cuadras y con el cigarro casi apunto de terminar me tomé un taxi que me dejó a tres o cuatro cuadras de mi casa porque ya no tenía ni una moneda más para pagarle al taxista.
Y desde lejos lo vi.
Como la sombra animalesca de alguien sentado al borde del cordón, esperandome a mí, sabiendo perfectamente lo que iba a ocurrir, transformándolo en la víctima que lo haría a su vez, el gran victimario.
-Hola.-me dijo cuando logró pararse y abandonar ese borde del cordón tan cómodo y silencio, tan del antes del que ya no se podía volver.
-Hola.-por alguna razón mi voz estaba como atolondrada, como atada de una cuerda y retenida desde el ombligo que estaba dispuesto a instigarla durante toda la conversación. Y para disimular, como siempre, encendí otro cigarrillo.
-Te lo tengo que decir. Perdoname pero no me lo puedo aguantar. 
-¿Por qué?-murmuré. Es que ya no habría vuelta atrás.
-Lo necesito.
-No me obligues.
- Yo sí. Decílo. Decíme si vos también o si vos no. No importa. Pero hablemos. Ya no lo soporto, no soporto esas conversaciones de niños que disimulan o de jueces en pleno recreo. Digamos. Y digamos la verdad.
No podía.
No podía hablar. Esta vez el ombligo tiró de la cuerda y la voz aprovechó para dejarme sola y responsable. Y él también me había dejado sola, sobre todo él. Porque la única que tenía que decir la verdad en esta historia era yo.

-No.-dije soltando la lágrima. Ya está. Ya estamos del otro lado, del lado de lo dicho y por lo tanto lo insostenible.-  Dicen que se siente ese frenesí infantil del comienzo de algo que va a ser grande, que me va a volver loca, ése que decís vos ahora y que va a dejar de ser. Pero yo no. 
- No importa.
-Hasta que llegue ese día o mejor dicho, esa noche en la que vas a querer, vas a querer que te toque y te bese y te mire de otra manera. Te lo digo por que lo sé. Estuve en el borde del cordón esperando y nunca llegó nada, amé con el deseo fervoroso de la perra fiel, pero no pasó nada. Esas cosas no se pueden, ya ves.
-Yo no voy a ser el tipo de esa historia.
-Ya sé. Por eso. El perro fiel ahora te toca a vos.
-Sofía. Mi hermosa Sofía. La palabra amor no es siempre de la misma manera. El tiempo...
-El tiempo nada. Te amaré el día que quieras a otra, que te vayas y me dejes sola necesitándote. Sólo entonces te amaré. Pero te amaré desde el fondo de quien se reserva el derecho a perdonar, te amaré desde lejos y desde el silencio, a través de una fotografía, de una palabra o de un plato de ravioles mal hechos. Sola y sin perdonarte y encerrada en mi cama. Y después de eso te voy a olvidar y me acostaré con otros hombres. Así de estúpida y común y cliché es la niña de la que te enamoraste. Mirame, ¿No me ves? Tan estúpida, tan mediocre.
-Será que es así entonces. Será que estamos metidos en una terrible encrucijada.
-No. La que está metida en la encrucijada soy yo. Hace tiempo que estoy sentada en el centro de mi propia telaraña de agua que me atrapa por completo y me estrangula y me llena los pulmones de agua y yo sigo estando ahí, yo me dejo ahogar. Tan mediocre, tan estúpida.
-Entonces querés que me vaya.
-No. No puedo, yo no, pero no te vayas.
-¿Entonces que hacemos?
Busqué en la cajita y ya no tenía más cigarros.
Nos miramos, casi con vergüenza. Ya sabíamos todo. Sabíamos lo que pasaba, sabíamos lo que teníamos que hacer y sabíamos lo que entonces sucedería. Estábamos desnudos. Y sentíamos vergüenza.
Por eso después de un revoleo de ojos nos sonreímos tímidamente, como si tuviéramos once años y nos acabáramos de dar un beso en el cachete.
Saqué las llaves de casa.
-¿Querés pasar?-le pregunté.
-Sí.-me dijo con una sonrisa imperceptible.

A pesar de todo, el gran victimario dijo que sí.




Sofía que sueña


Subía las escaleras con un vestido muy hermoso.
Entre la gente, era única, niña que es y punto. Y la gente, el resto, lo admitía sin preámbulos.
Feliz. Desquiciada. Ebria. Bella. Auténtica. Más bella todavía. Mujer niña. Deseada por completo.
Entonces quien aparecía lentamente entre los escalones eras vos, soberbio y poderoso y admitías como el resto a Sofía entre los restos de eso que no importa porque no es, es decir: la excepción.
Y te ponías celoso, cruel, violento, animal, fuerte, grande y me tomabas del brazo y me llevabas a la rastra hasta abajo de las escaleras.
Entonces por un momento intentaba alejarte de mí y te insultaba de forma indecorosa.
Vos me zamarreabas y te enojabas más todavía hasta que mi inconsciente.
Aparecían de todos lados hombres vestidos como de guerra, completamente armados, con revólveres y armas extraordinarias y protegidos por chalecos antibalas y cascos.
Estos guerreros impiadosos te apuntaban sin trastabillar y vos soberbio y pelotudo y chiquito. Ellos te obligaban a soltarme, a poner las manos arriba, a dejarte solo y ultimaban:
-Tenés sólo un mes para reponerte y decir la verdad. De lo contrario, te asesinaremos.







Exactamente ésas fueron las palabras de mi inconsciente.



viernes, 8 de marzo de 2013

Cuando yo era Martirio




Anoche nos volví a llorar y me odié un poco más por eso.




Dejamos de ser Sofía para ser Martirio.
De ser pasión para ser encrucijada. 
De ser niña para ser mancha.




No nos podemos obligar a dormir, ni a escribir ni a hacer el amor. No se puede obligar al placer.
Ahora conmigo está Martirio, justo debajo del lunar del dedo meñique derecho que tanto admira Sofía o en el centro del nódulo que nos dijo esa que es bueno.
Que si duele es bueno.
Fijate vos como hasta el cuerpo se pone a favor tuyo, unen fuerzas en mi contra.
Martirio con su voz de fondo que alcanza mi irresponsabilidad y hechiza mi cabeza hasta lo más espeluznante del jardín de los terribles.
Martirio cruel.
Martirio que sufre porque es tan boluda.
Martirio que apareció el día en que Sofía se cansó, porque una vez Sofía se cansó de ese amor sin amor que la dejó vacía, Sofía sangrante y sola y desencantada de él y por lo tanto de todo lo demás. Sofía entonces sin Sofía.
Y ahora lo que nos hicieron se lo hacemos a él, cadena de favores. Y por eso Martirio.



El cuerpo lleno de ternuras malignas, 
de sombras mortales,
 de incertidumbres esotéricas, 
de rituales destructivos, 
de putas muertas y verdes,
de vacíos enfermos. 

El cuerpo lleno de Martirio.



martes, 26 de febrero de 2013

Asesíname

Tómame de los hombros fuertemente y amarrame a tus piernas.
Oblígame a abandonarme en medio de tu respiración y mis pelos caóticos.
Ahógame en tus sábanas como si fuera la puta de vestido verde, quemame los ojos y aplastame en un abrazo violento.
Muérdeme con tu clásico aliento de mañana a solas y sin dormir.
Desnúdame desde la lengua hasta los pies pero no me toques los pies, desnúdame de cerca, desnúdame de un sorbo, desnúdame absurda, desnúdame como si fuera Hélène,









 desnúdame en madrugada, asesíname en madrugada.






Háblame en la oscuridad,  entierra tu palabra entre mis piernas, háblame en la oscuridad.

domingo, 17 de febrero de 2013

Después de la Explosión.



Estamos heridos. La explosión nos incendió la cabeza y la piel se puso a la defensiva. Nos lastimamos y nos quisimos al mismo tiempo, nos abrazamos y nos escupimos por esa clásica inercia que se esparce por el aire después de cualquier accidente, nada más parecido al humano. Jugamos a ser dios, es decir, a ser otros. Pero volvimos, en medio de esa muerte sonámbula caminamos a ciegas hasta que nuestras voces se rozaron y las lenguas se reconocieron y reconocieron por tanto, todo lo demás.
-¿Qué haremos ahora? ¿Cómo caemos y cómo nos volvemos a levantar?
-Qué importa.-dijo Sofía entre tanto humo y vodka.-Ya somos fuegos y tuercas.


Cosas que pueden ser escuchadas un viernes #3



Humanimales






-El ser humano nació para ser en sociedad y todos estamos de acuerdo con ello. Ahora, el artista es ese ser que es en la esquinita más recóndita y solitaria de la palabra sociedad, su soledad por suerte es inevitable. Entonces, la pregunta es: ¿Cómo hace el humanoartista 
para escribir con las mismas manos, 
mirar con los mismos ojos, 
 o sentir con la misma boca?
-Y quizás de ahí derive el proverbio "A todo verdadero artista le chifla un poco el moño".

martes, 1 de enero de 2013

Sofía que sueña





Quizás debería comenzar a escribir el libro de mis sueños/pesadillas.
Es decir, la única realidad y sus infinitas metáforas para saber que bueno, que estamos vivos y la experiencia del caos por suerte, de vez en cuando nos pega esos sacudones que tanto necesitamos.
Qué bueno.

Si tan solo.
                                        Pero no.


Todo iba ocurriendo en un escenario infantil, tan típico en la cabeza de Sofía. Se sentía ese bienestar de niños que se arriesgan a jugar juegos que no pueden jugar porque saben perfectamente qué ocurrirá al final.
Estaban parados en ronda, figura repetitiva en cuestiones de rituales particulares.
Pero Sofía tenía una sombra y eso le daba un status completamente responsable y por eso peligroso.
Y Sofía conocía perfectamente a su sombra. Era algo así como el dolor. La sombra se burlaba de cada ser humano que se encontraba en esa ronda. Se les acercaba y tomaba la forma de los miedos más recónditos o de las miserias más perversas de los que estaban allí. Entonces sólo Sofía podía ahuyentarlos momentáneamente, rescatarlos (por decirlo de alguna manera) de ellos mismos. Es decir, tranquilizarlos y demostrarles (totalmente insegura, claro, porque ella también es humana y sobre todo niña y estaba en una ronda como el resto) de que aquéllo era una sombra, su sombra más precisamente y que el resto era el resto, es decir, había un resto que sólo por existir le quitaba el poder a esa sombra.
Hasta que la sombra se metió con Sofía.

Y Sofía se dejó seducir hasta convertirse en una Martirio.





Mientras tanto, del otro lado (porque siempre existe un mientras tanto, del otro lado) él la admira mover su pie derecho, señal de que está inmiscuída  casi por completo en algún mundo increíble (propiedad de sus inconsciencias), probablemente dormida, desvergonzadamente desparramada en la cama, abrazada a su almohada como si fuese lo único que necesitase, con los párpados totalmente rendidos y entonces aún admirando, él no puede evitar preguntarse dónde estará Sofía en ese momento.