domingo, 6 de marzo de 2011

Texto que me da asco. Me da ganas de vomitar. Otra vez.

Sofía con un virus en las manos.


Abrazar a Jude era el acto más rayado que dos artistas puedan inventar.

Hay que vomitar, dicen.
Jude me mantiene en este aire nauseabundo. Es una linda musa, pero no es la mejor.
Así que, contraigo el estómago. Siento el papel por la garganta y roza la campanilla que me arranca un par de lágrimas débiles por los ojos, también débiles.
Un par de toses, como gajes del oficio y después tomo este papel, y me leo.

Merecer era la espada de plástico a la que se aferran los estúpidos que no se animan a vivir

Me merecía un globo celeste y un cuarto de luna.
Me merecía un castillo de chocolate y una nube de sed.
Me merecía un camino sin huellas y una playa sincera.
Me merecía un silencio profundo y una palabra como caricia.
Me merecía un escondite sin paredes y una flor inventada.
Pero prefería un vuelo al infierno y una carcajada caliente.
Y quiero más.



Querer, merecer, preferir. Son verbos que se entierran en la cabeza y germinan estos textos de mala muerte, que nadie recuerda, que yo no quiero leer y decido simplemente, vomitar.

Yo no quería un globo celeste, ni un cuarto de luna, ni un castillo de chocolate ni una nube de sed. Tampoco un camino sin huellas o una playa sincera. Mucho menos un silencio profundo o una palabra como caricia. Ni siquiera un escondite sin paredes con una flor inventda.

Yo ya tenía un vuelo al infierno y una carcajada caliente, era menos de lo que quería.
Y no lo merecía.

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