viernes, 26 de abril de 2013

Mi primer Duelo.



Apareció mientras yo viajaba, tomaba mates en alguna plaza o quizás sucedió algunos de esos días donde me perdí en la cama.
No sé, pero el tipo no tenía duda alguna de que yo era una de aquéllas Aqueas.
Ahora estoy muy triste.
Siento como si hubiese perdido por primera vez.
Me lo imagino entrando con una espada, pelado (Y sí, Sofía y su teoría de los mafiosos) hambriento, canalla.
Y me lo imagino encontrando ese tesoro.
Sofía totalmente desparramada en esa pequeña memoria de esa pequeña habitación.
Niña desafiante, niña inocente, niña mujer, niña guerrera, niña deseo, niña palabra.

Sola como siempre. Sofía con marcas como siempre.

Desprotegida de todo posible impostor, segura de sí misma, pobre Sofía.

Imagino como la tomó de los hombros, por la espalda. O mejor no, en realidad no, la vio entre humos y olores de noches de insomnios confusos, totalmente atraído por ese cuerpo sin esperanzas ciegas, por ese cuerpo inconsciente y aún así vivo, por ese cuerpo seguro de los finales y aún disfrutando. Se sintió completamente maravillado con esa niña fin disfrutando. 
Sus dedos con y sin tiempos no se detendrían ante ningún hombre, aún sabiendo que, aún sabiendo.
Sofía. Blanca, gris, Martirio, escalera, escritores. Sofía con manos de doce años, Sofía con manos de diecisiete años, Sofía con manos de veinte, Sofía con manos de casi toda una vida. Sofía como el todo de los todos posibles y frente al traidor. El mayor de los tesoros posibles para esta escritora en las manos de ese hombre seguramente rudo, seguramente ignorante aún de éso que tomaba fuertemente y comenzaba a morder, a arrancar, a masticar, para luego deglutir y sí, claro está, sobrevivir.

Hoy estamos todos de duelo. No sé bien a quiénes me refiero con "estamos todos". Pero así se siente. A pesar de mi rechazo a las aparentes sensaciones, la angustia toma ineludiblemente dimensiones colectivas.

Hoy, veintisiete de abril de dos mil trece necesito decir ese "estamos todos" aunque no. Ya está. 

Niña desafiante, niña inocente, niña mujer, niña guerrera, niña deseo, niña palabra, palabra muerta.

Quedará en la historia aquél gusano miserable que se comió el mejor de mis tesoros, mi único tesoro, mis únicos tesoros, siempre algún que otro personaje que vendrá contará la historia en la que 








Un  Troyano se comió mis cuentos.







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