domingo, 21 de abril de 2013

Sofía que sueña

Increíble.

Anoche te volví a soñar y eras exactamente igual que siempre.
Todo era igual que siempre, que aquella vez.
Sólo que dormida me permití odiarte, fiel inconsciente.
Entonces te clavaba el cuchillo el la parte izquierda del abdómen y te sonreía inocentemente, como sonríen las niñas que tienen conciencia de ese tipo de culpabilidades sin querer, algo así como el beso de la muerte, el amor y el odio en un mismo acto, el victimario víctima, nada más cliché.
Y mientras se te caía un hilo de sangre desde los labios, me regalabas una golosina, tal cual se le regala un premio a la niña que hace lo que debe, lo correcto, lo que se espera que haga.
Increíble.

Cada día me enamoro más de mis inconsciencias.

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