el dolor metamorfosea a palabras,
y esta humana metamorfosea efectivamente en ser viva,
entonces.
con el dolor ahí,
en la boca, en la lengua, en la garganta, en la lengua, en la boca, en eso que se tiene que decir porque,
con el porque ahí, tan vívido, tan él,
entonces
en el dolor, desde el dolor, un dolor que absurdamente hace,
el dolor que hace al hacedor que hace dolores,
humanos
que metamorfosean a palabras
que metamorfosean a dolor
y entonces
sí
la llanura se empieza a llenar de pasamanos vertiginosos
de Martirios alucinadas,
de botellas sucias,
de pozos verdes,
de gatos en los techos,
de fríos ambiguos,
de camas con manchas,
de soledades amigas,
de de prontos inconclusos,
de marquitas de escenarios,
de siniestralidades,
de algo más.
Y minutos antes de que se esfume esa luz del cigarrillo,
que es la única luz de verdad,
concluímos que sí,
el ser humano está destinado a la grandeza.
Su vida se resume a la completa e insaciable lucha por alejarse de ella,
de la locura que son las locuras que son ese indecible algo más que deambula por ahí, envuelto en máscaras y en ojos y en bocas y en palabras y en algo más.
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