nadie
miente cuando confiesa un intento de asesinato.
Nadie.
Mucho menos Sofía.
Y quizás por eso hoy se cruza de vereda y aligera el paso
para no encontrarse con aquella boca
que pronunció alguna vez
algo más verdadero y peligroso de lo que él era realmente capaz de escuchar.
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