miércoles, 22 de agosto de 2012

Cuando yo era Sofía

Se reencontraban por las madrugadas para gemir cualquier palabra y amarla el resto de la semana, 
era algo así como la supervivencia lingüística, 
un beso sin amor pero de bocas divinas, 
una sobredosis de inmortalidad para reírse un poco de sí mismos y respirarse más vivos de lo habitual.

Señor de las Escaleras, no me asusta su lengua salvaje. 
No desafíe a una niña como Sofía,
sus juegos son peligro, le encanta dejarse ganar,
su boca no es de confiar, nunca muerde porque sí,
sus lunares son maldición, tiene la piel llena de ojos.
Es peligrosa si sonríe cuando llueve y su inocencia no es misterio, 
es crueldad.


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