lunes, 28 de noviembre de 2011

KM.

Me acuerdo que dije de escribir eso que estaba pensando y que se relacionaba (improbablemente) con la tenacidad de tu perfume aferrandose a mi piel y hasta también con dos o tres miradas tuyas de esas que intimidan con cierto dejo de ternura. Pero no tenía que ver con vos esto. No sé por qué apareciste/aparecí. Quizás tenía que ver con el arte en el cuerpo de Rodolfo que tenía un saco amarillo o con esa cuestión rayuelesca de decidir ir al mismo lugar esperando encontrarnos sin que ninguno de los dos sepa algo del destino del otro pero con una infaltable casualidad que sólo pueden adjudicarse a las grandes noches o a las extrañas lluvias. Tal vez tenía que ver con M&M (y no pongo ese nombre en cursiva sin ningún motivo) o de la extraña luna dorada que engordaba y adelgazaba a cada minuto esa noche. No sé por qué se me ocurrió que eso de lo que debía escribir estaba a kilómetros, ya lejos pero no tanto, es decir, en la cabeza pero lejos, como jugando a las escondidas (y cómo me gusta ese juego). Demás está decir que esto de lo que tenía que escribir tiene que ver con una posible y reciente Sofía y que para llegar a tu cuerpo tengo que viajar por una ruta de 20 minutos más o menos. Pero no, no te abrazo nada y esto no tiene que ver con vos ni con ningún Jude, de ninguna manera. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario